CONSUMIDORES Y CIUDADANOS


Usted y yo somos consumidores. El consumidor es aquel ser que demanda productos, bienes y servicios, al mercado. Hoy en día el consumidor no se ve como aquel rígido consumidor de la teoría clásica, hoy el consumidor es sujeto pasivo de estímulos y herencias, no es racional es eminentemente emotivo en su forma de actuar. Hoy en día la teoría nos propone un consumidor con necesidades jerarquizadas y subordinadas unas a otras; el tiempo y la variación de ingresos le hacen cambiar sus necesidades; hoy en día las necesidades del consumidor están influidas por la publicidad, las modas, la cultura y los amigos. Compleja situación cuyo estudio ha propiciado más de un premio Nóbel. El mercado ha aprendido que el consumidor es maleable y, por tanto, manejable. La batalla entre el yo personal y el yo colectivo está detrás de la independencia del consumidor. La educación y los principios le harán más de un lado que de otro.
El consumidor como ciudadano, que es, de un país posee derechos y obligaciones. Las obligaciones están claras. Los derechos varían en función del tipo de organización social. A pesar de los Derechos del Hombre de la ONU, hay países, las dictaduras personales o del proletariado, cuyos habitantes están casi sin derechos; de estos sabemos que han fracasado y empobrecido al pueblo. Otros las dictaduras políticas con mercado económico medianamente libre solo les dan a sus ciudadanos algunos derechos económicos, como consumidores sus ciudadanos tienen cierta capacidad de elegir en un mercado que en el fondo es controlado. Desgraciadamente este tipo de países están proliferando rápida y silenciosamente, están en el núcleo duro de la hegemonía de estos momentos. Por fin nos encontramos con los países que se definen como defensores de la libertad individual, la igualdad personal y algo de fraternidad: las democracias occidentales. Hegemónicas en el pasado siglo y que tienen que aprender que tras la renuncia de Trump a ejercer de líder de occidente y guardián mundial, su papel han de encontrarlo en otros menesteres menos imperialistas. El ciudadano tiene que dejar de ser un mero consumidor de bienes y servicios para convertirse en un ciudadano que ejerce fuertemente sus derechos políticos. Porque no es solo la economía lo que importa, la toma de decisiones políticas marcan decisivamente en qué tipo de sociedad vivirá, futuro próximo y lejano. La Política y su control ciudadano pasan a ser importantes decisiones económicas. Los políticos pasarán, así, de ser propietarios del futuro de los ciudadanos a “gestores apoderados” con rendición de cuentas a la masa ciudadana. Hay que preparase rápidamente para ejercer de ciudadanos y no apacibles consumidores-borrego.
Todo esto está en el trasfondo de la desafección de los ciudadanos con la tecnocrática Unión Europea. Los ciudadanos están alejándose cada vez más de las fuentes de realidades y desafíos, creyéndose ciegamente los mensajes de los medios de comunicación social, que, por supuesto, también informan a las personas, pero que poseen un poder de fragmentación social  que nos van paulatinamente aislando en sistemas de información separados y cerrados que nos aíslan y radicalizan a todos. Piense en que periódicos lee cada día, siempre los mismos. Piense en sus amigos en redes sociales, poco a poco se va quedando con los que piensan como usted y suben “memes” y “noticias” que le resultan agradables y denigran al que piensa distinto. De ahí nacen todos los populismos (no solo los de extrema derecha y los radicales islamistas), el odio entre ciudadanos que ven en el adversario político al diablo y lo denigran por hipótesis, peor, lo odian. Eso no es convivencia, eso es sectarismo y se acabarán creyendo las viejas mentiras y utopías que ahora les venden envueltas en nuevos embalajes; vale tanto para los bienes como para las ideas políticas fundamentales. Ser ciudadano no es solo un derecho es una responsabilidad, ser consumidor también lo es.
Los Gobiernos están para no molestar, moléstese usted en conocer antes de elegir, amplíe sus miras, o terminará convirtiéndose en borrego consumidor que vivirá sojuzgado y sin futuro. Aunque no se lo crean esto es economía profunda. Usted y yo, no lo olvide, somos consumidores y ciudadanos.
 ¡Hala, y que les vaya bien! Hasta el mes que viene. Un saludo de

En Las Medianías, que es mi sitio, a domingo, 25 de junio de 2017.



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